Ir al contenido principal

Entradas

Berta Cáceres, líder indígena y ambientalista

“En nuestras cosmovisiones somos seres surgidos de la tierra, el agua y el maíz, de los ríos somos custodios ancestrales el pueblo lenca. Resguardados por los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos es dar la vida por el bien de la humanidad y de este planeta”. Berta Cáceres, líder indígena y ambientalista

El encubridor ,Julio Cortázar

Ese que sale de su país porque tiene miedo, no sabe de que, miedo del queso con ratón, de la cuerda entre los locos, de la espuma en la sopa. Entonces quiere cambiarse como una figurita, el pelo que antes se alambraba con gomina y espejo lo suelta en jopo, se abre la camisa, muda de costumbres, de vino, de idioma. Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor, y duerme a pata ancha. Hasta de estilo cambia, y tiene amigos que no saben su historia provinciana, ridícula y casera. A ratos se pregunta como pudo esperar todo ese tiempo para salirse del río sin orillas, de los cuellos garrote, de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves. A fojas uno, si, pero cuidado: un mismo espejo es todos los espejos, y el pasaporte dice que naciste y que eres y cutis color blanco, nariz de dorso recto, Buenos Aires, septiembre.

Escuela León Felipe

Oí tocar a los grandes violinistas del mundo, a los grandes "virtuosos". Y me quedé maravillado. ¡Si yo tocase así!... ¡Como un "Virtuoso"! Pero yo no tenía escuela ni disciplina ni método... Y sin estas tres virtudes no se puede ser "Virtuoso". Me entristecí. Y me fui por el mundo a llorar mi desdicha. Una día oí... en un lugar... no sé cuál... "Sólo el virtuoso puede ver un día la cara de Dios". Yo sé que la palabra "Virtuoso" tiene un significado equívoco, anfibológico, pero, de una o de otra manera, pensé, yo no seré nunca un "Virtuoso"... y me fui por el mundo a llorar mi desdicha. Anduve... anduve... anduve... descalzo muchas veces, bajo la lluvia y sin albergue... solitario. Y también en el carro itinerario más humilde de la farándula española. Así recorrí España. Vi entonces muchos cementerios, y aprendí cómo se llora en los distintos pueblos españoles. Blasfemé. Viví tres años en la c

Emily Dickinson, del libro "El viento comenzó a mecer la hierba"

El agua se aprende por la sed; la tierra, por los océanos atravesados; el éxtasis, por la agonía. La paz se revela por las batallas; el amor, por el recuerdo de los que se fueron; los pájaros, por la nieve.

Ejercicio de endurecimiento del espíritu "Claus y Lucas" de Agota Kristof

"La abuela nos dice: -¡Hijos de perra! La gente nos dice: -¡Hijos de bruja! ¡Hijos de puta! Otros nos dicen: -¡Imbéciles! ¡Golfos! ¡Mocosos! ¡Burros! ¡Marranos! ¡Puercos! ¡Gamberros! ¡sinvergüenzas! ¡Pequeños granujas! ¡Delincuentes! ¡Criminales! Cuando oímos esas palabras se nos pone la cara roja, nos zumban los oídos, nos escuecen los ojos y nos tiemblan las rodillas. No queremos ponernos rojos, ni temblar. Queremos acostumbrarnos a los insultos y a las palabras que hieren. Nos instalamos en la mesa de la cocina, uno frente al otro, y mirándonos a los ojos, nos decimos palabras cada vez más y más atroces. Uno: -¡Cabrón! ¡Tontolculo! El otro: -¡Maricón! ¡Hijoputa! Y continuamos así hasta que las palabras ya no nos entran en el cerebro, ni nos entran siquiera en las orejas. De ese modo nos ejercitamos una media hora al día más o menos, y después vamos a pasear por las calles. Nos las arreglamos para que la gente nos insulte y constatamos que al fin hemos consegui

Se busca un amigo. Vinicius de Moraes

No es necesario que sea hombre, basta que sea humano, basta que tenga sentimientos, basta que tenga corazón. Se necesita que sepa hablar y callar, sobre todo que sepa escuchar. Tiene que gustar de la poesía, de la madrugada, de los pájaros, del Sol, de la Luna, del canto, de los vientos y de las canciones de la brisa.

Édith Piaf, cien años

Hace un siglo que Édith Piaf llegó al mundo, en el número 72 de la calle de Belleville, según la leyenda que ella misma alimentó, o en el hospital Thenôn de París, como prueba su acta de nacimiento. Sea cual fuera el punto exacto que la vio nacer, no hay duda de que el 19 de diciembre de 1915 marcó el inicio de la biografía de una cantante enorme atrapada en un cuerpo minúsculo, de solo 1,47 metros: Édith Giovanna Gassion. Más tarde le llegaría el sobrenombre artístico de «Piaf», que en argot francés significa «gorrioncillo». Hija de un acróbata y de una obrera de la canción de origen italiano, sus 47 años de vida estuvieron magullados por la sordidez y la necesidad, incluso en sus días de gloria, cuando toda Francia y medio mundo se emocionaba al son de «Milord» o «La Vie en Rose». La infancia de Édith Piaf transcurrió entre la miseria, la enfermedad, los prostíbulos que regentaba su abuela y los circos ambulantes donde trabajaba su padre, quien la crió cuando se ausentó su madre