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“Blood on the tracks": a cuatro décadas de una obra esencial de Dylan

Arte: Charly Baigorri



El disco “Blood on the tracks” del trovador estadounidense Bob Dylan cumple 40 años desde su edición, y a lo largo de estos años ha marcado una influencia gigantesca dentro del rock mundial ya que es considerado un álbum esencial en la carrera del cantautor y uno de los discos post-divorcio más ricos musicalmente de la historia.
En esta joya, Dylan sangra y expone su alma tras el fracaso y divorcio de su matrimonio con la modelo Sara Lownds, madre sus hijos Anna Lea, Jesse y Jakob, y volcó todo ese dolor en letras que había escrito en un cuaderno de tapa roja, según contaron sus amigos y compañeros de ruta Robbie Robertson, Levon Helm y Rumbling Jack Elliot.

El divorcio se produjo luego de la gira de presentación el disco “Planet Waves”, una de las primeras que realizaba Dylan tras el parate en el que se había sumido tras su controversial accidente en moto cerca de su casa en Woodstock.


“Bloom on the tracks”, cuya traducción literal sería “sangre sobre los surcos”, llevó a que durante un tiempo Dylan negara que se trataba de un disco catárquico sobre el divorcio, pero sus palabras cayeron en bolsillo roto, cuando su hijo Jakob dijo que el disco son “mis padres discutiendo y hablándose en pleno divorcio”.

La placa contiene canciones esenciales en el repertorio de Dylan como “Simple twist of fate”, “Tangled up in blue”, “You are a big girl now” y “You're Gonna Make Me Lonesome When You Go”.

El proceso de armado fue largo y duro, ya que Dylan no quiso grabarlo con The Band, el grupo que lo acompañaba, y para tratar de encontrar la musicalidad a las letras, se trasladó hasta el rancho en el que vivía Neil Young, le mostró las composiciones y las ensayó durante semanas con Young y su grupo Crazy Horse.

Más tarde por el lugar pasaron David Crosby, Graham Nash y Stephen Stills, a quienes también les mostró las canciones y les realizó diversas consultas, que se convirtieron en largas noches de zapadas, charlas, whisky y drogas, en un hecho inédito para un artista habitualmente escondedor como Dylan.

Tras esas “consultas” Dylan regresó a Nueva York y se instaló de inmediato en los estudios de Columbia, que ya eran como su casa, con un joven Phil Ramone, como ingeniero de sonido. Ramone relató que en la grabación, Dylan dijo que quería algo espontáneo, por lo que tomo un grupo de músicos y comenzó a grabar las canciones sin ningún orden.

“Dylan cambiaba versos y compases, luego volvía a tomar una canción y la modificaba. Jamás me atrevería a calificar de caótica la grabación, porque fue una experiencia increíble, era un artistas en carne viva, que minuto a minuto encontraba algo nuevo y mejor para cada canción”, recordó el luego afamado productor.

La edición del disco se retrasó, ya que Dylan tomo los masters del álbum y partió rumbo a la ciudad de Minneapolis, donde su hermano David había alquilado un estudio y contratado a una serie de músicos locales.

La etapa en Nueva York se realizó durante la segunda quincena de septiembre de 1974, mientras que en Minneapolis, entre el 26 y el 30 de diciembre, Dylan volvió a grabar las canciones “Tangled up in blue”, “Idiot wind”, “You are a big girl now”, “Lily Rosemary and Jack of hearts” y “If you see her, say hello”.

“Blood on the tracks” es desde su sonido un disco tranquilo, con un par de rockitos, varios canciones country y baladas emotivas, pero la savia está en las letras, donde pasa del amor más profundo, al dolor más lacerante para terminar siendo profundamente despectivo con su ex esposa.

Según trascendió, Lownds recibió 36 millones de dólares por el divorcio, más la mitad de las regalías de las canciones escritas durante el matrimonio entre ambos.

Ambos superaron el dolor, y Dylan inicio una etapa muy rica musicalmente, ya que inmediatamente diagramó la histórica gira “Rolling Thunder Revue”, en la que lo reunió a músicos como T-Bone Burnett, Ramblin' Jack Elliott, Joni Mitchell, Bob Neuwirth, David Mansfield, Roger McGuinn, Mick Ronson, Joan Baez y la violinista Scarlet Rivera.

El poeta beatnik Allen Ginsberg también acompañó al grupo y coescribió junto a Dylan, escenas de la película “Renaldo & Clara”, que Dylan rodaba en paralelo a la gira, que fue coprotagonizada por Lownds y que inicialmente tuvo una duración de cuatro horas y luego se la redujo a dos.

Dylan también contrató al actor y escritor Sam Shepard para que lo ayudara a escribir escenas de la película y retratara la gira, y Shepard, muchos años después, publicó un libro notable en donde se cuentan hechos del tour y parte de la manera en la que Dylan y Lownds reencauzaron su relación, aunque siguieron separados.

Fuente: Telam.com.ar

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